Poco a poco, este blog ha ido creando vida propia. Me empuja y me orienta cuando estoy perdida, me susurra palabras al oído y me llena el corazón de sentimientos compartidos. Nació del boceto de un proyecto sencillo y humilde sigue siendo, en eso no ha cambiado pero, el camino se ha llenado de musas y de liras... ¿quieres vivirlo conmigo?

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viernes, 26 de enero de 2007

Más saluditos...







Aquí tenéis unos regalitos... ¿os gustan?
La imagenes de abajo son muy antiguas.
Gracias Ulrhá... espero que se cumpla lo que me deseas...
Queralt.

"Mi padre, las palabras y las cosas"


Mi padre, las palabras y las cosas.


Mi padre llegó cansado y con ausencia de su sonrisa. Todos habíamos cenado ya y mi madre se levantó para calentarle la sopa y colocar un cubierto sobre la mesa.
-¿Cómo has venido tan tarde?- le preguntó, mientras los dos salían de la cocina camino del cuarto de baño.
No oí la respuesta porque cada vez que se intentaba sacar agua de la tubería del lavabo el grifo chillaba. Después del acostumbrado aseo, previo a las comidas y las cenas, mi padre se sentó en su sitio habitual ante la mesa. A los pocos minutos, durante los cuales sólo se oyó el sonido entrañable de la radio, mi madre colocó frente a él un plato humeante de oloroso caldo con fideos.
Mi padre se tomó la sopa en silencio y, cuando retiró el plato para que mi madre se lo cambiara por otro lleno de carne con tomate observé, con la pasividad de la costumbre, el redondel descolorido del hule donde todos los días se posaba la sopa hirviendo de mi padre. Hasta que no terminó el último trozo de pan pringado en la salsa, no habló.
- Hemos tenido que esperar a que le repitieran dos veces las radiografías porque le dolía tanto, que no se estaba quieto.
- ¡Pobre Juan! Menos mal que no ha sido nada grave, pero podría haber pasado cualquier cosa ¿verdad?- le dijo mi madre mientras limpiaba los restos de migas.
- Pues si, ha tenido suerte de que el camión no cayera por el barranco.
No me dirigían la palabra pero yo no lo necesitaba para saber de qué estaban hablando. Conocía a Juan y a sus hijos. A veces, en verano, nos íbamos las dos familias a pasar el día al pantano.
Los minutos transcurrían. Se acercaba el momento de acostarme y me estaba preocupando pues, si mi padre no se calmaba, no vendría a sentarse junto a mi cama para la lectura de todas las noches.
- María, ve a lavarte los dientes y a dormir.
Mi madre habló sin mirarme, sólo atendía a las explicaciones de mi padre.
Me levanté y después de obedecer en silencio, fui a mi cuarto y cogí de la estantería el libro que mi padre y yo estábamos leyendo por aquellos días. Una vez en la cama y tapada hasta el cuello con la gruesa colcha a rallas marrones esperé, paciente, a que mi padre viniera a mi lado echando de menos las palabras del libro.
Cuando los ojos ya me traicionaban y se empeñaban en dejar entrar al sueño, mi madre apareció para darme las buenas noches.
- Me voy a la cama porque mañana tengo que madrugar mucho- y se agachó a darme el beso- Que sueñes con los angelitos.
El libro que tenía en las manos era de una niña como yo pero mucho más inquieta y, sobre todo, mucho más atrevida. En el último capítulo, el que habíamos leído anoche, se había cortado las pestañas para que, a partir de ese momento le crecieran con más fuerza. Mi padre dijo que ésa era una cosa que no se debía hacer. En otra ocasión había robado una especie de pan negro que se destinaba exclusivamente a los caballos y mi padre también tuvo algo que decir al respecto y dejó muy claro que no se debía robar ni a los caballos.
Aquella niña del libro era una niña lista y muy creativa que siempre se metía en líos. Una niña parecida a mí que decía mentiras y a la que le gustaba mucho preguntar. Una niña a la que yo admiraba y trataba de imitar pero sus gamberradas no eran como las mías pues, mi récord consistía, en decir dos mentirijillas seguidas.
Mi padre por fin se sentó junto a mi cama, pero no me di cuenta hasta que trató de coger el libro de mis manos. Abrí los ojos y le sonreí. Él cerró los suyos mientras se desperezaba, situación que yo aproveché para abalanzarme sobre su cintura en el intento de provocarle cosquillas. Pero, mucho más rápido de reflejos que yo, frenó mis pequeños dedos antes de conseguirlo. Sin embargo, una amplia sonrisa iluminó su cara y el brillo de sus dientes muy blancos serenó mis temores, casi materializados por la breve visita al lugar donde nacen los sueños.
- Venga, lee un poquito- me dijo- Pero no mucho, que estoy cansado.
Y sin más, empecé a leer desde el punto donde lo habíamos dejado el día anterior. Aquél en que la heroína infantil de mi primer libro, libro que me habían traído los Reyes Magos entre los regalos de aquel año, se metía en otro de sus muchos líos. Esta vez era muy serio ¡y se la iba a ganar! Mintió al decir que los esclavos negros que servían en su gran casa habían hecho cosas malas, cosas que, en realidad, habían sido sus propias travesuras. Y mi padre esa noche también me advirtió algo: no debía mentir y mucho menos, culpar a otros de algo que hubiera hecho yo… ¡faltaría más!
Un día acabé el libro, pero empecé otro. Y después otro, y otro más. Aunque mi padre dejó de compartir conmigo las cosas de los libros, seguí leyendo y aprendiendo y mi padre lo sabe. Pero ya no recuerdo el título de aquél, mi primer libro.


Queralt.

jueves, 25 de enero de 2007

CIERRA LOS OJOS POR UN MOMENTO...



"CIERRA LOS OJOS POR UN MOMENTO"



CIERRA LOS OJOS POR UN MOMENTO… así… y escucha el ruido del lejano viento… concéntrate… ¿lo oyes? Es como aquél rumor que nunca llegó a puerto…
¡No! ¡No los abras! Sólo escucha… bien… sshhhhh… en silencio… ¿lo reconoces?
¿Sientes en la piel cómo la humedad envuelve de misterio cada árbol y cada rama?
Ven, dame la mano, caminemos un poco más entre la niebla…

Ahora, huele el aire… profundamente… ¿te gusta? A mí me llena.
Huele a tiempos pasados y al humo de cada hogar. Y al dolor que infringen los dioses caídos pero sobre todo, fíjate, huele a filos de espadas en alto… ¿no ves que huele a muertes mil veces vividas?… ¿lo notas? Respira, respira hondo… ummmm… sí, tienes razón, también huele a vida… porque huele a hiedra mezclada con su eterna piedra.

¿Tienes los ojos cerrados? No mires pero, ¿estás oyendo lo que yo oigo?
Viene de esa zona boscosa que tenemos enfrente.
Si me obligaran, juraría que son caballos al galope. Aunque bien podrían ser cuarenta damiselas rezando por sus amores… caballeros del pasado, caballeros ausentes.
Sube el escalón y siéntate con cuidado, no vayas a resbalar.

Cuando te lo diga, sal de la oscuridad… ¡ya!
¿Qué ves? ¿Qué sientes? ¿Qué oyes? Dime algo, amiga…

Me alegro que te guste. De nada, mujer. Gracias a ti.
Cuando creas que ando perdida, aquí me encontrarás. En el centro mismo de cualquier hoja, o de cualquier sitio. Donde los tiempos se confunden y los recodos de todos los caminos hablan el mismo idioma…
Aquí, en Roncesvalles. Lugar donde la magia dicta los destinos.

Queralt.
04/12/06 (Entrega 2 del Cuentacuentos.)

miércoles, 24 de enero de 2007

Hola de nuevo.
He vuelto a entrar para confirmar que sé hacerlo...
Y estoy satisfecha.
Pero mañana... hablaré de D. Mariano.
¡Tengo muchas ganas de hablar de él...!
Siempre con respeto y con educación, ¡por supusto!

Hasta mañana.
Queralt.
Hola amigos de lo virtual.
Por fin consigo crear un blog que se mantiene en pie y no se me desploma.
Bueno, eso creo al menos... aunque tiembla inseguro ante la duda:
"¿Seré un buen blog?"
"¿Estaré bien configurado?"
"¿Seré una patata...?"
Lo dejo por hoy pues, ha sido tan agotador todo lo que he estado haciendo durante
TODA la tarde y TODA la noche que... ya no puedo seguir...
Pero tengo ganas de hablar de D. Mariano...
Mañana será mejor y habrá más.
Muy buenas noches...
Muchos besos y muchas cerezas.
Queralt.