Poco a poco, este blog ha ido creando vida propia. Me empuja y me orienta cuando estoy perdida, me susurra palabras al oído y me llena el corazón de sentimientos compartidos. Nació del boceto de un proyecto sencillo y humilde sigue siendo, en eso no ha cambiado pero, el camino se ha llenado de musas y de liras... ¿quieres vivirlo conmigo?

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lunes, 26 de noviembre de 2007

Sueños Rotos... El niño debe ser protegido contra toda forma de abandono, crueldad y explotación.

El niño debe ser protegido contra toda forma de abandono, crueldad y explotación.

SUEÑOS ROTOS


Su madre lo miraba con amor y severidad. Le había dicho que no saliera de casa pero él, acostumbrado a pasar las tardes jugando con sus amigos en la calle, no había podido resistirse. Ahora estaban allí los dos, bueno, los cinco porque sus tres hermanos correteaban por la estancia, discutiendo con esa pausada lentitud con la que ella siempre se expresaba. El tiempo iba pasando y, entendiendo las palabras de su madre como las entendía, no alcanzaba a comprender de qué hablaba. Se oía un gran barullo a través de las ventanas cerradas. Desde que se rompió el generador no tenían electricidad y en toda la casa no ardía ni una sola vela. Aquella situación le daba miedo porque, además, en el exterior, a alguien se le había olvidado encender las luces. Dentro y fuera todo era negro. Y los ojos de su madre también. La observó en silencio mientras, sus hermanos cenaban la misma comida de todos los días y todas las noches, bajo el resplandor del cariño que aquella mujer, de hábito zaino, regalaba al compás de un escueto mimo.
La puerta que daba a la calle se abrió y apareció un hombre con la cara llena de suciedad y de miedo. Llevaba un fusil en la mano y, con ademanes bruscos ordenó a todos que recogieran algunas cosas, en total un pequeño bulto cada uno y se dispusieran a salir de viaje. Al parecer su padre había enviado a buscarlos y los esperaba en un lugar de las montañas. Poco tiempo después un grupo de vecinos y amigos, todos ellos mujeres, niños y ancianos esperaban que aquel vehículo, con aroma a desierto y desolación, los llevara lejos de su pueblo. Cuando se pusieron en marcha la madre por fin dejó escapar una chispa de luz a través de su mirada y él se sintió muy feliz porque pudo alcanzarla.
Horas más tarde el cielo se iluminó con unas bolas de colores que, al desplazarse por entre las estrellas rutilantes de la primavera, dejaban un sonido extraño. Para verlas sólo tuvieron que alzar la vista pues el pequeño camión iba al descubierto. Los bebés, que hasta ese momento dormían arrullados por sus madres y por lo irregular del camino, se despertaron llorando y los mayores miraron embobados la lluvia de fuego. Ahmet se agarró al brazo de su madre mientras ella intentaba cobijar al resto de sus hijos lo más cerca posible de su falda. Circulaban en fila detrás de una larga columna de más vehículos y esperanzas pero, de todos ellos, sólo a ocho o diez alcanzó el misil remitido en pos de la salvación.
Ahmet y sus hermanos se quedaron quietos alrededor de su madre, todos muy rotos, al igual que sus sueños y lejos de la vieja carretera que quería llevarlos hacia las montañas.
Queralt.
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