Poco a poco, este blog ha ido creando vida propia. Me empuja y me orienta cuando estoy perdida, me susurra palabras al oído y me llena el corazón de sentimientos compartidos. Nació del boceto de un proyecto sencillo y humilde sigue siendo, en eso no ha cambiado pero, el camino se ha llenado de musas y de liras... ¿quieres vivirlo conmigo?

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sábado, 26 de diciembre de 2009

Mi forma de despedir el año: Gracias...


GRACIAS


La humedad relativa había erizado mi melena pija y al verme reflejada en los escaparates comprendí que, el perímetro de influencia de un paraguas, no era suficiente medida de contención para la caricatura de leona mal peinada en la que me había convertido.
Mis pies al andar, tocaban esa melodía impertinente que suena cuando una amenaza de diluvio universal, inunda tus zapatos. La onomatopeya de esta inundación se divide en dos partes, la que se repite y la que varía según la calidad del material que calzas. Y, cuando ya lleva un rato sonando, descubres que no te importa plantar la suela en el siguiente charco. Pero mi “ploff…gge” particular pasaba inadvertido, porque todos corrían buscando un rincón donde esconderse.
En la calle anterior a la boca del metro tuve que cerrar el paraguas. Miles de varillas confluían bajo cientos de tejidos multicolores, chocando entre ellas, pinchando aquí y allá y acertando de vez en cuando en un ojo. Para cuando entré en el vagón, la tela del paraguas se había secado en mi chaqueta y la funda había desaparecido; el pie izquierdo ayudado por el agua había hecho de horma e intentaba salir por el lateral del zapato; la nariz enrojecida y su moquillo acompañaban al estornudo; el bolso era una balsa y las medias eran parte de mi piel mojada. Estaba enfadada, cansada y me sentía ridícula. Una hora de puesta a punto antes de salir de casa para acabar con el rímel colgando. No quería mirar a nadie, todos me molestaban por el sólo hecho de estar a mi lado….
Unas estaciones más allá, el vagón se quedó casi vacío. Después de sentarme y desparramar todos mis bártulos, respiré muy hondo para tranquilizarme en la medida que pudiera. Llegaría con mucho retraso, pues aun quedaban más de veinte minutos de trayecto pero...
La puerta se abrió y entró un ser pequeño, con sombrero y gafas oscuras. Su bastón blanco rozaba el suelo desgastado y tropezaba en las barras de acero. Con el estilo impecable del que anda despacio sobre un alambre a diez metros de altura, cerró el bastón y se lo puso bajo el brazo, a continuación, sacó de una bolsa una especie de guitarra pequeña, redondita y abultada, puso la bolsa junto al bastón y desplegó los dedos sobre su pequeña compañera. Llevaba los zapatos casi rotos y una chaquetilla muy fina. La barba era negra y muy espesa, Me encontraba cerca de él así que, pude ver más allá de los cristales. Los ojos secos sonreían con ese gesto de la boca, típico de algunos ciegos.
“Gracias a la vida, que me ha dado tanto…
me ha dado el sonido y el abecedario…
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la ruta del alma, del que estoy amando…
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me ha dado la marcha de mis pies cansados…
…………………………….montañas y llanos……..
Gracias a la vida que me ha dado tanto…
………………………………………………………….
Cuando miro el fruto del cerebro humano…
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cuando miro al fondo de tus ojos claros…
Gracias a la vida..."

(03/11/03)


Queralt.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sin duda, Queralt querida, estamos conectadas. Sorprendentemente, usé este poema de Violeta Parra para felicitar las fiestas desde EN LA BOCA DEL PEZ... Me encantó el texto. Exquisito.