
EL HOMBRE DE NEGRO HUÍA A TRAVÉS DEL DESIERTO Y EL PISTOLERO IBA EN POS DE ÉL… los caballos quedaron atrás tumbados, como rendidos y olvidados bajo las frías estrellas que alumbraban aquella noche clara.
El hombre de negro llevaba el traje sucio, casi blanco. Por lo visto, el pistolero le daba tiempo para que se levantara pero no para que sacudiera el polvo. Tropezaba tanto y se sentía tan cansado que, por unos momentos, pensó en rendirse. Mientras, una y otra vez el pistolero miraba fijamente cómo se incorporaba y buscaba el sombrero de copa por entre los cactus y las piedras que ocultaban todo tipo de fauna.
Durante largo rato recorrieron así el camino, uno delate y el otro detrás empujándole, obligándolo a seguir, hasta que el de la chistera no se levantó del suelo.
- De aquí no me muevo, al menos hasta que haya descansado… uffff ¡Qué dolor!
- ¿Pero qué dices, tío? ¡Muévete de una puta vez!
- A ver, ¿cómo te lo digo? ¡Que no me muevo, joder!
El pistolero, enfadado y muy metido en su papel, echó mano del colt que colgaba de su cadera. Lo tocó suavemente con los dedos pero no llegó a sacarlo de su funda.
- ¡Lo sabía! Sabía que si participaba contigo, me quedaba sin oportunidades… ¿tanto te duelen los pies? ¿No puedes aguantar un poco más?
- ¡Joder! ¿Pero qué dices? ¿No ves que queda lo más duro de la puta ginkana de los huevos?
Un grupo de gente casi hilarante los sobrepasó con mucho entusiasmo y tiempo después, justo al amanecer, se dio por finalizado el juego, otorgando al pistolero y al hombre de negro el último puesto.
Javier y Luis compartían amigos y parientes así que, no tenían más remedio que disimular su poca afinidad y su inquina.
Los dos muchachos se alejaron uno del otro en sentidos opuestos mientras dos chicas rubias en bañador y pareo iban recogiendo los enseres utilizados por todos los participantes en las pruebas, incluidos los dos caballos de cartón.
- Ha sido divertido, ¿verdad Lidia?
- ¡Sí! ¡Ha sido guay! ¡Súper guay!
Aquella parafernalia se había montado para celebrar el cumpleaños de Ricardo y su despedida de soltero. Todo había resultado fantástico pero, las vacaciones llegaban a su fin. Sin embargo, ninguno de ellos olvidaría aquella maravillosa aldea perdida en el desierto del Sahara.
Queralt.
Para más y mejores historias que empiecen con la misma frase:
http://elcuentacuentos.com/
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